Lamentaciones 1:1-22 DHH94I

Lamentaciones 1:1-22

Tristezas de Sion la cautiva

1 ¡Cuán solitaria ha quedado la ciudad antes llena de gente! ¡Tiene apariencia de viuda la ciudad capital de los pueblos! ¡Sometida está a trabajos forzados la princesa de los reinos!

2 Se ahoga en llanto por las noches; lágrimas corren por sus mejillas. De entre todos sus amantes no hay uno que la consuele. Todos sus amigos la han traicionado; se han vuelto sus enemigos.

3 A más de sufrimientos y duros trabajos, Judá sufre ahora el cautiverio. La que antes reinaba entre los pueblos, ahora no encuentra reposo. Los que la perseguí­an, la alcanzaron y la pusieron en aprietos.

4 ¡Qué tristes están los caminos de Sión! ¡No hay nadie que venga a las fiestas! Las puertas de la ciudad están desiertas, los sacerdotes lloran, las jóvenes se afligen y Jerusalén pasa amarguras.

5 Sus enemigos dominan, sus adversarios prosperan. Es que el Señor la ha afligido por lo mucho que ha pecado. Sus hijos fueron al destierro llevados por el enemigo.

6 Desapareció de la bella Sión toda su hermosura; sus jefes, como venados, andan en busca de pastos; arrastrando los pies, avanzan delante de sus cazadores.

7 Jerusalén recuerda aquellos dí­as, cuando se quedó sola y triste; recuerda todas las riquezas que tuvo en tiempos pasados; recuerda cuando cayó en poder del enemigo y nadie vino en su ayuda, cuando sus enemigos la vieron y se burlaron de su ruina.

8 Jerusalén ha pecado tanto que se ha hecho digna de desprecio. Los que antes la honraban, ahora la desprecian, porque han visto su desnudez. Por eso está llorando, y avergonzada vuelve la espalda.

9 Tiene su ropa llena de inmundicia; no pensó en las consecuencias. Es increí­ble cómo ha caí­do; no hay quien la consuele. ¡Mira, Señor, mi humillación y la altivez del enemigo!

10 El enemigo se ha adueñado de las riquezas de Jerusalén. La ciudad vio a los paganos entrar violentamente en el santuario, ¡gente a la que tú, Señor, ordenaste que no entrara en tu lugar de reunión!

11 Todos sus habitantes lloran, andan en busca de alimentos; dieron sus riquezas a cambio de comida para poder sobrevivir. ¡Mira, Señor, mi ruina! ¡Considera mi desgracia!

12 ¡Ustedes, los que van por el camino, deténganse a pensar si hay dolor como el mí­o, que tanto me hace sufrir! ¡El Señor me mandó esta aflicción al encenderse su enojo!

13 El Señor lanzó desde lo alto un fuego que me ha calado hasta los huesos; tendió una trampa a mi paso y me hizo volver atrás; me ha entregado al abandono, al sufrimiento a cada instante.

14 Mis pecados los ha visto el Señor; me han sido atados por él mismo, y como un yugo pesan sobre mí­: ¡acaban con mis fuerzas! El Señor me ha puesto en manos de gente ante la cual no puedo resistir.

15 El Señor arrojó lejos de mí­ a todos los valientes que me defendí­an. Lanzó un ejército a atacarme, para acabar con mis hombres más valientes. ¡El Señor ha aplastado a la virginal Judá como se aplastan las uvas para sacar vino!

16 Estas cosas me hacen llorar. Mis ojos se llenan de lágrimas, pues no tengo a nadie que me consuele, a nadie que me dé nuevo aliento. Entre ruinas han quedado mis hijos, porque pudo más el enemigo que nosotros.

17 Sión extiende las manos suplicante, pero no hay quien la consuele. El Señor ha ordenado que a Jacob lo rodeen sus enemigos; Jerusalén es para ellos objeto de desprecio.

18 El Señor hizo lo debido, porque me opuse a sus mandatos. ¡Escúchenme, pueblos todos; contemplen mi dolor! ¡Mis jóvenes y jovencitas han sido llevados cautivos!

19 Pedí­ ayuda a mis amantes, pero ellos me traicionaron. Mis sacerdotes y mis ancianos murieron en la ciudad: ¡andaban en busca de alimentos para poder sobrevivir!

20 ¡Mira, Señor, mi angustia! ¡Siento que me estalla el pecho! El dolor me oprime el corazón cuando pienso en lo rebelde que he sido. Allá afuera la espada mata a mis hijos, y aquí­ adentro también hay muerte.

21 La gente escucha mis lamentos, pero no hay quien me consuele. Todos mis enemigos saben de mi mal, y se alegran de que tú lo hayas hecho. ¡Haz que venga el dí­a que tienes anunciado, y que les vaya a ellos como me ha ido a mí­!

22 Haz que llegue a tu presencia toda la maldad que han cometido; trátalos por sus pecados como me has tratado a mí­, pues es mucho lo que lloro; ¡tengo enfermo el corazón!

Lamentaciones
(Lm. 1:1-22)

Su abreviatura es Lm. (Antiguo Testamento), pertenece al tipo de libros Libros proféticos mayores. Hace referencia a los profetas de mayor peso para el pueblo Hebreo.

Capítulo 1 del libro Lamentaciones (Lm.) - Biblia versión Dios habla hoy (DHH94I)

Versículo del día

Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.

II Crónicas 7:14 (RVR60)