Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espí­ritu Santo, fijando en él los ojos,

Entonces Pablo, levantándose, hecha señal de silencio con la mano, dijo: Varones israelitas, y los que teméis a Dios, oí­d:

Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él sus ojos, y viendo que tení­a fe para ser sanado,

Y a Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque éste era el que llevaba la palabra.

Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo, rasgaron sus ropas, y se lanzaron entre la multitud, dando voces

Entonces vinieron unos judí­os de Antioquí­a y de Iconio, que persuadieron a la multitud, y habiendo apedreado a Pablo, le arrastraron fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto.

Entonces toda la multitud calló, y oyeron a Bernabé y a Pablo, que contaban cuán grandes señales y maravillas habí­a hecho Dios por medio de ellos entre los gentiles.

nos ha parecido bien, habiendo llegado a un acuerdo, elegir varones y enviarlos a vosotros con nuestros amados Bernabé y Pablo,

y Pablo, escogiendo a Silas, salió encomendado por los hermanos a la gracia del Señor,

Y esto lo hací­a por muchos dí­as; mas desagradando a Pablo, éste se volvió y dijo al espí­ritu: Te mando en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en aquella misma hora.

Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres dí­as de reposo discutió con ellos,

Cuando los judí­os de Tesalónica supieron que también en Berea era anunciada la palabra de Dios por Pablo, fueron allá, y también alborotaron a las multitudes.

Entonces Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos;

Pero siendo Galión procónsul de Acaya, los judí­os se levantaron de común acuerdo contra Pablo, y le llevaron al tribunal,

Mas Pablo, habiéndose detenido aún muchos dí­as allí­, después se despidió de los hermanos y navegó a Siria, y con él Priscila y Aquila, habiéndose rapado la cabeza en Cencrea, porque tení­a hecho voto.

Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Efeso, y hallando a ciertos discí­pulos,

Y hací­a Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo,

Pero algunos de los judí­os, exorcistas ambulantes, intentaron invocar el nombre del Señor Jesús sobre los que tení­an espí­ritus malos, diciendo: Os conjuro por Jesús, el que predica Pablo.

pero veis y oí­s que este Pablo, no solamente en Efeso, sino en casi toda Asia, ha apartado a muchas gentes con persuasión, diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos.

Y la ciudad se llenó de confusión, y a una se lanzaron al teatro, arrebatando a Gayo y a Aristarco, macedonios, compañeros de Pablo.

Nosotros, adelantándonos a embarcarnos, navegamos a Asón para recoger allí­ a Pablo, ya que así­ lo habí­a determinado, queriendo él ir por tierra.

Entonces hubo gran llanto de todos; y echándose al cuello de Pablo, le besaban,

quien viniendo a vernos, tomó el cinto de Pablo, y atándose los pies y las manos, dijo: Esto dice el Espí­ritu Santo: Así­ atarán los judí­os en Jerusalén al varón de quien es este cinto, y le entregarán en manos de los gentiles.

Así­ que toda la ciudad se conmovió, y se agolpó el pueblo; y apoderándose de Pablo, le arrastraron fuera del templo, e inmediatamente cerraron las puertas.

Este, tomando luego soldados y centuriones, corrió a ellos. Y cuando ellos vieron al tribuno y a los soldados, dejaron de golpear a Pablo.